Me puse la chaqueta y salí en busca del presente. Siempre quiero regalar algo especial, pero nunca había perdido tanto tiempo como ahora, sólo faltaba un día para Navidad. Decidí comenzar por el centro. Observé variadas tiendas, de zapatos, vestimenta, chucherías, peluches, colonias, etc. Hasta que llegué a esa tienda.
Un bolígrafo relucía en la vitrina, el regalo perfecto, él lo ocuparía mucho, y cada vez que lo sacara y ocupara para escribir algo se acordaría de mí.
La campana de la tienda tintineó cuando entré, la tienda estaba un poco llena, los vendedores parecían atender acelerados, yendo y viniendo a su propio compás.
Me acerqué al mesón, el cual era muy grande como para poder alcanzarlo por lo que levanté una mano para ver si había alguien disponible. Pasaron unos minutos y nadie pareció percatarse de mi presencia.
Bajé mi mano y suspiré. Lo intenté de nuevo. Me alcé de puntitas y levanté una mano.
- ¡Hola! ¿Alguien puede ayudarme?-Dije con una voz un poco chillona-
En ese momento alguien tomó de mi mano, levanté la vista y vi a una mujer de rostro amable, me dedicó una sonrisa.
- ¿Puedo ayudarte, niña?-Me preguntó con una dulce voz-
- ¡Si!, quería saber cuanto costaba aquel bolígrafo-Dije apuntando a la dirección de la vitrina-
Me alcé aún más de puntitas para ver a través del mostrador y poder señalarle el bolígrafo que quería.
La vendedora se acercó a la vitrina y sacó el bolígrafo.
- ¿Es este?- Dijo acercándomelo-
Identifiqué el bolígrafo.
- ¿Cuánto cuesta?- Pregunté-
Antes de que la vendedora me pudiese responder, extraje todo el dinero que tenía en mi bolsillo.
- ¿Con esto me alcanza? –Le pregunté depositando las monedas en el mostrador-
La vendedora examinó con cuidado el dinero.
- Lo lamento, pero no te alcanza- Dijo la señorita, reemplazando su sonrisa por un gesto de impaciencia- Ahora debo seguir atendiendo, gracias por venir-Dicho esto, se marchó-
Tomé mis moneditas y las devolví al bolsillo. Me retiré de la tienda y seguí caminando.
Al poco tiempo de caminar, llegué al parque. Me columpié un rato, mientras atardecía.
- ¿Qué puedo comprarle?- Me pregunté para mi misma observando al cielo-
De pronto una hoja cayó sobre mi cabeza. La tomé entre mis manos y la observé. Estaba bastante bonita.
“Los regalos no siempre tienen un valor monetario. Hay veces que las soluciones parecen caer del cielo”
Me levanté del columpio con una sonrisa y caminé hacia mi casa.
Vea dentro de la bolsita, ahí está la hojita y un bolígrafo, quizás no el que quería, pero al menos es algo.
¡Feliz navidad Papi!
¡Te quiero mucho!